Chile: la pila del mundo
Tomás Sánchez Director ASECH y Director de Innovación Accenture @TomsAwaki
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Tomás Sánchez
¿Qué haríamos si la energía fuera gratis? Esa es la pregunta que nos deberíamos estar haciendo. Hay consenso a nivel mundial que Chile es el país con mayores recursos para generar energía solar y mareo-motriz en el planeta, y está entre los con mayor potencial para la generación de energía eólica y geotérmica. El precio promedio de la última licitación fue de US$ 32,5 por MWh, y la propuesta más baja fue de US$ 21,5 siendo el segundo precio más bajo a nivel mundial de energía no subsidiada. Como si no fuera suficiente, somos el país con mayores reservas de litio, con el menor costo de extracción.
Esto implica una tremenda oportunidad para un cambio de paradigma brutal: somos la nueva Arabia Saudita, la meca energética del mundo. Debemos reflexionar y replantear nuestra estrategia ¿En qué invertimos los recursos que dejaremos de gastar en energía? Además, al tener un costo de energía tan bajo, tenemos una nueva ventaja competitiva frente a procesos industriales intensivos en energía. Es decir, tenemos el potencial de ser también un exportador de valor agregado. Es cierto que aún no tenemos la productividad de Japón o Alemania, ni los niveles de inversión en R&D como Israel, pero no necesariamente tenemos que depender de nuestra productividad o de nuestra investigación (en un principio), para dar un salto en nuestra matriz productiva.
Más que cablear Sudamérica para exportar energía, podríamos agregar valor aplicando tecnología ya desarrollada. Dos ejemplos simples: servidores y minería de blockchain. Servicios intensivos en energía, donde la sola inversión en tecnología permite la exportación de valor agregado a cualquier lugar del mundo. Este podría ser solo el comienzo de toda una industria de servicios de valor agregado para el mundo, exportando a través de internet lo que se nos ocurra, desde análisis de datos complejos hasta servicios financieros. A esto se suma la industria de la manufactura de litio, lo que implica multiplicar desde 4 hasta 20 veces el valor agregado que exportamos hoy. Podemos transformarnos en un proveedor de servicios y manufactura a nivel mundial, apalancados en energía limpia y barata.
Nos está cayendo un regalo del cielo, pero para aprovecharlo necesitamos hacernos cargo. Uno de los principales desafíos será el capital humano que se haga cargo de este nuevo país. Junto con esto, poner los incentivos para desarrollar las industrias claves, como la energía y servicios tecnológicos, para transformarnos en un polo de atracción de talento y recursos. Tenemos, como nunca antes, la oportunidad para evolucionar como país y escapar de la dependencia de explotación de commodities. Pasar a ser un país desarrollado está a la vuelta de la esquina ¿estamos dispuestos a reinventarnos?